Hare de mis manos tu calvario, y de mis labios tu perdición, haré de mi cuerpo tu santuario y de mis palabras tu redención.
Mi cuerpo será templo de pecado, y tú el pecador que se deleitara de él, será tentación mí andar, y tu pesar mi mirar, ese mirar de ninfa que acaecerá sobre sátiros y ese será tu dolor.
Sátiros que también desearan caer en el tortuoso cielo de mi calvario por solo un beso, cálido y pasional de mis labios.
Te detendrás y sentirás frio de no tener mis brazos a tu alrededor, desearas tener mi calor de mujer y yo te lo bridare.
Morirás en cada suspiro, porque tu respirar será de deseo y me pertenecerá ami, seré la fuente de tu perdición, la fuente de cada gemido que emane de tu boca y de cada suspiro que se desprenda de tu ser.
Pedirás clemencia lo cual no te daré, por que se que quieres morir de deseo en mis brazos un deseo perpetuo que corrompa hasta el más puro de tus pensamientos.
Incluso en invierno arderas bajo mis caricias, mis manos serán sobre tu piel dulce martirio que recorrerá tu cuerpo como veneno misericordioso para que puedas saciar tu sed de esta perversa tentación.
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