Arrastras mi cuerpo a un infierno particular, haciendo jirones mis expectativas de mantener la cordura, llevando mi apetito al descontrol total, inicias la tortura emitiendo destellos de locura, acabas y vuelves a comenzar con un toque de malicia en tu mirar.
Mientras yo me torno pasiva y hasta un poco sumisa, abres la puerta escondida de la pasión desmedida y me entregas de tus manos el frenesí en ti encarnado, yo no logro contenerme y me enfrasco en la lucha de deseo descontrolado.
Entre jadeos y un atolondrado sentir, te quedas agotado y me arrastras contigo a tu macilento, me vuelves a mirar entre descansos y comienzas otra vez con tus dedos mi tortura. Me encadenas a una secuencia ininterrumpida de placer, y yo débil vahada pido clemencia, pero tu erguido viril no das cuenta de mi rendición.
Haces lo que quieras conmigo y no logro resistirme al tornado arrasador de sensaciones que se acumulan bajo mi vientre, vivo atesorando momentos imaginarios a cada mirada que cruzamos…
Eres cerbero en la entrada de mi cuerpo, entras convirtiendo en impetuoso tu comportamiento, tu perpetras pecado y lo conviertes en poesía placentera dejando tatuado en mi piel huellas de tu hambre pasional.
Y yo no reclamo, solo me rindo a las inexorables sensaciones que corrompen mis pensamientos, cierro los ojos mientras tú tocas melodías de Orfeo en las cuerdas de mi cuerpo y vas envenenando lentamente todos mis sentidos hasta que yo nuevamente caigo ante ti.